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¿El dinero da la felicidad?

Published 04/20/2022 | Last updated on April 20, 2022

¿El dinero da la felicidad?

Es una realidad que el dinero siempre ha jugado un papel esencial en nuestros objetivos personales, y que está relacionado con nuestra felicidad. Y para entender por qué debemos partir de la premisa de que actualmente vivimos en el llamado "estado del bienestar". Esta condición está relacionada con el desarrollo económico de las naciones. Pero, además, tenemos que preguntarnos si el dinero da la felicidad.

La relación entre el dinero y la felicidad

El Estado nos educa, se encarga de la atención primaria, nos proporciona transporte, nos da vivienda, pero ¿qué es lo que impulsa este complejo sistema capitalista? El primero es la expectativa de que todos den algo a cambio a través del trabajo, y el segundo es el dinero.

El Estado del bienestar nos proporciona con qué vivir, pero no nos dice cómo hacerlo, y eso nos atrapa en un contrato involuntario que no hemos pedido. Por esta misma razón, mucha gente hace cosas por dinero y ni siquiera sabe por qué. Vivimos en una sociedad del éxito, en la que hay que "hacer algo" o "ser alguien" según las expectativas de la sociedad.

El dinero no da la felicidad

Podemos marcar el origen de este debate sociológico en 1974, cuando el economista Richard Easterlin presentó al mundo la "paradoja de la felicidad". Según sus estudios, aunque los estadounidenses ricos eran de media más felices que los pobres, la felicidad neta del país apenas había aumentado en comparación con todo el crecimiento económico desde la Segunda Guerra Mundial.

Desde su punto de vista, lo mismo ocurría en los análisis de otros países, tanto desarrollados como subdesarrollados.

En ese momento, con una renta por persona de 15.000 dólares al año, la felicidad declarada por los individuos no mejoraba mucho, según el experto.

Esa cantidad era el punto de saturación, habiéndose trasladado hoy a otro hito monetario, el estudio de 2010 de los reputados Daniel Kahneman y Angus Deaton que afirmaba que, a partir de 75.000 dólares al año, el aumento de su felicidad (desligándolo de cualquier otra circunstancia personal del individuo que pudiera influir) es marginal (posdata: otros estudios de 2018 ya decían que ahora es "a partir de 95.000 dólares al año").

A lo largo de los años, las ciencias del bienestar subjetivo han distinguido dos formas de analizar esta cuestión. Los académicos al estilo de Easterlin se centraron en la felicidad "cognitiva", es decir, "en general, ¿cuán satisfecho está usted con su vida?". Podemos analizar este bienestar de diferentes maneras. Por ejemplo, podemos explorar la dimensión afectiva, como el número de problemas que tiene en un periodo y cómo se siente al respecto.

Algunas incógnitas dejan de serlo poco a poco. Un ejemplo es la relación entre la felicidad y el dinero, que durante años parecía una cuestión indescifrable y sin sentido, pero los científicos la han ido aclarando a base de acumular estudios y nuevas pruebas.

Ahora, tres economistas han dado un paso más con un experimento natural: han analizado la felicidad de miles de suecos tras ganar la lotería. ¿Los 100.000 euros caídos del cielo nos hacen felices? La respuesta es sí, al menos en cierto sentido:

Los ganadores de la lotería estaban más satisfechos con su vida que los demás. "La riqueza aumenta la satisfacción con la vida a largo plazo", dice David Cesarini, profesor de la Universidad de Nueva York y uno de los autores del estudio.

Desde hace años, sabemos que existe una conexión entre la riqueza y el bienestar subjetivo. En los países más ricos, la gente dice estar más satisfecha, y dentro de cada país, observamos lo mismo: la gente con dinero está más satisfecha con su vida. También sabemos que estas dos variables tienden a evolucionar simultáneamente, de modo que el bienestar sube y baja al mismo ritmo que la economía.

Se trata de una relación causa-efecto. Es decir, la vida de alguien mejorará si le damos dinero, especialmente si es pobre. Para demostrarlo, los investigadores han buscado trucos, como el estudio de la lotería u otro que analizaba a los inmigrantes que llegaban a Canadá.

En ese estudio, los autores descubrieron que el nivel de felicidad de los inmigrantes se acercaba más al de sus vecinos canadienses que al típico de sus países de origen (lugares generalmente más pobres y menos felices). Ese resultado confirmaba la gran noticia: las personas que buscan una vida mejor suelen encontrarla trasladándose a una nueva tierra.

El estudio de la lotería también es relevante porque encontró efectos a largo plazo. Las personas que ganaron la lotería siguen declarando estar más satisfechas con su vida cuando se les pregunta después de 10 o 15 años. La felicidad del premio no es un fenómeno pasajero, sino que afecta a su juicio sobre su propia vida una década después, cuando puede que ni siquiera recuerden la inyección de dinero.

¿Qué dicen los expertos?

Se ha dicho y escrito tanto sobre la relación entre el dinero y la felicidad que hay muchas posiciones diferentes. Resulta tentador zanjar la cuestión con algunas citas agudas o ingeniosas, aprovechando que casi todo el mundo ha hablado de ello: desde un batallón de filósofos y economistas, por supuesto, hasta la actriz Bo Derek ("quien dijo que el dinero no puede comprar la felicidad simplemente no sabía dónde comprar") o el empresario circense P.T. Barnum ("el dinero es un terrible patrón, pero un espléndido servidor").

Además, por mucho que lo pensemos, siempre tenemos la impresión de que, en el fondo, todos estamos de acuerdo en lo básico: por supuesto, el dinero no garantiza la felicidad. Sin embargo, es igualmente evidente que es complicado sentirse feliz cuando se carece de él.

Los sociólogos y psicólogos no pueden satisfacer esta convicción intuitiva y han estado realizando estudios para ver cómo funciona el vínculo entre estas dos variables cruciales en nuestras vidas. No es una empresa sencilla, ya que estamos hablando de dos cosas muy diferentes: una es cuantificable por definición y, de hecho, sus fluctuaciones se registran con decimales y todo en nuestras cuentas bancarias, mientras que la otra es tan abstracta y tan subjetiva que nos resulta difícil definirla, y mucho menos medirla. Los intentos científicos de profundizar en la relación entre nuestras finanzas y nuestro bienestar han tenido que basarse tradicionalmente en la evaluación de los participantes sobre su propia vida: se les pedía que actuaran, una tarea en la que a menudo nos engañamos o corregimos.

De las conclusiones que han surgido de estos estudios, una de las más aceptadas es que la felicidad aumenta junto con los ingresos hasta alcanzar un determinado nivel, en torno a los 60.000 euros anuales de ingresos. A partir de ahí, la "ganancia" de felicidad sería irrelevante. ¿Por qué? Algunos investigadores afirman que este aumento de la felicidad se debe, en realidad, a la progresiva eliminación -gracias al dinero- de cuestiones que pueden minar nuestro bienestar. En otras palabras, no sería preciso que las personas con más recursos sean más felices, sino que tienen menos motivos para sentirse infelices, algo que se estabiliza a partir de esa frontera.

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By Ingenuity & Solutions

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